Fruto de ello, son las siguientes narraciones que las y los participantes desarrollaron tras su experiencia, y que en esta oportunidad queremos compartir con ustedes:
ME LO CONTABA MI PADRE
La historia más tremenda que un ser humano puede vivir
Tiempo, la posguerra, lugar, un pueblo de Córdoba . Allí vivían mis padres y su familia. Momentos difíciles para todos, pues estaban pasando por la transición a la dictadura. En aquellos días, por poco más de respirar podías perder la vida.
Cuenta mi padre, que tenía una tía abuela que la mujer no tuvo mucha suerte en la vida. Su marido murió al empezar la guerra. Se supo que lo encontraron muerto en el campo pero nadie supo quien lo asesinó.
La tía Dolores quedó viuda con cuatro hijos y sin nada que llevarse a la boca, vivían de lo que le daban lo vecinos que no sería mucho, ya que a nadie le sobraba.
Dolores era matancera y le pagaban poca cosa, uno de los hijos vendía por los cortijos, llevaba una canasta de mimbre y en ella las pocas mercancías con las que se ganaba la vida.
Entre los sitios donde trabajaba Dolores, estaba el cuartel de la Guardia Civil, uno de los guardias se encaprichó de Dolores y la perseguía por todas partes. Como no conseguía su objetivo empezó a amenazarla, si no se entregaba podía perder a algún miembro de su familia.
Ella se lo contaba a mi madre para desahogarse y porque tenía mucha confianza. Un mal día se cumplieron sus miedos, su hijo se ahogó en un río. Ella supo desde el primer momento que fue asesinado. Con todo su dolor, ella siguió trabajando y rechazando a aquel maldito hombre que de alguna manera la castigaba continuamente.
Un día llegaba a su casa la Guardia Civil , la detenían la llevaban a aquel cuartelillo, la insultaban, le daban aquel purgante de ricino que la ponía a morir .Otras veces la pelaban y la paseaba por el pueblo. Ella sabía el por qué de todo aquello y la gente del pueblo también lo sabía pero ¿Qué podía hacer nadie? ¿Cómo se podía denunciar aquello..?
Empezaron a pasar meses con más calma y los años. Parecía que su estrella había cambiado, había calma, tranquilidad, hasta que fue reclamada al cuartel . La pobre no sabía que pasaba, pero como estaba acostumbrada a obedecer siguió a aquel hombre sin decir palabra y cual sería su sorpresa cuando alguien del cuartel le ordenó que tenía que cuidar a un enfermo, y más grande cuando supo que su enfermo era aquel maldito Sargento que le había arruinado la vida.
Pues otra vez sin rechistar se prestó a aquel abuso y sin decir palabra, lo estuvo cuidando año y medio hasta que murió. Tuvo la entereza de asistir a su entierro. Años después diría que quería cerciorarse de que estaba muerto y enterrado.
Dolores vivió siete años más, pero según contaban mis padres nunca se sintió segura y muchísimo menos menos feliz.
Un relato de Margarita Garrido
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